Es un hecho que los prejuicios xenófobos están en y entre nosotros; así lo constatan numerosas encuestas. De igual manera, las recientes elecciones han evidenciado la existencia del discurso político de la xenofobia, bien con formaciones políticas de ultraderecha y cerca de 80 concejales con 100.000 votos, o bien incrustado en formaciones democráticas mayoritarias que en alguna zona (Cataluña) no han dudado en esgrimirlo buscando el voto populista. Finalmente, aún más grave si cabe, es un hecho que la violencia xenófoba está presente, ya sea de forma difusa agrediendo aleatoriamente a inmigrantes que se cruzan con agresores que van de “caza” o en atentados terroristas como el protagonizado por el neofascista de Oslo. Sin olvidar el papel agitador de Internet, los fondos ultras de los campos de fútbol, los conciertos racistas clandestinos y otros escenarios propulsores de la dinámica del odio.
Sin embargo, debería llamar la atención el argumentario que alimenta la intolerancia, en el que se esgrimen líneas básicas comunes al neofascismo xenófobo en toda Europa. Insisten en la invasión migratoria, en que quitan puestos de trabajo, en que se apropian de servicios públicos, en que dañan nuestra cultura y, sobre todo, en que aportan delincuencia e inseguridad ciudadana, cuando no van más allá y lo vinculan con el terrorismo, como es el caso de los musulmanes. Argumentos de trazo grueso fáciles de propagar aunque sean falsos de base, nada científicos y muy contra-argumentables. Pero una vez escupidos ahí han quedado. Y lo que más llama la atención en España es el momento en el que se inicia esta propaganda aún no neutralizada.
Soy testigo singular, al llevar más de 20 años enfrentándome a la desinformación y difamación racista hacia los inmigrantes, que el mismo argumentario que se utilizaba en 1990, antes señalado, es el que se utiliza hoy. En aquella fecha casi no había inmigrantes. Era por tanto un discurso difundido (aun no había Internet) por la propaganda elaborada desde la matriz de los laboratorios de la ultraderecha en Francia, Austria y Gran Bretaña, entre otros. Resulta importante señalar su origen, dado que no es en los conflictos sociales en donde surge la xenofobia, al contrario, son las organizaciones que la propagan quienes buscan los conflictos y contradicciones para anidar la semilla del odio.
En este sentido es muy interesante analizar el crecimiento migratorio en España, significando como en el año 2000 la presencia migratoria era de un 2 % hasta el 12 % de la actualidad. Incluso diez años antes, con mucha menos inmigración, poco más de 100.000 no comunitarios, ya se alimentaba el discurso del odio xenófobo. Ahora el epicentro de la política migratoria debe de ser garantizar la gestión integrada de la diversidad, el acceso a la ciudadanía de los inmigrantes mediante el ejercicio del voto y regularizar su presencia, sobre todo la de aquellos que se quedan sin papeles de manera sobrevenida al perder su puesto de trabajo. No es lógico que el permiso de residencia vaya indisolublemente vinculado al permiso de trabajo, y más en unos momentos de crisis económica que coexiste con una potente economía sumergida que alcanza a la cuarta parte del PIB. Y mientras tanto, recordar que ser racista es un delito y los grupos que lo promueven deben de ser ilegalizados.
Esteban Ibarra
Presidente de Movimiento contra la Intolerancia
viernes, 16 de septiembre de 2011
Amenaza real de Xenofobia
Publicado por
Movimiento contra la Intolerancia
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2:20
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